Preguntas Frecuentes sobre el Diaconado

1. ¿Quién es un diácono?
Un diácono es un hombre llamado por Dios a través de la Iglesia (vocación) y después de un período de discernimiento, formación y preparación es ordenado por su obispo para servir las necesidades del pueblo de Dios. Si un hombre casado es llamado al diaconado, su esposa debe estar de acuerdo y apoyar su decisión de preparación y ordenación. Como católicos, creemos que cada diácono ordenado es conformado, a través de la gracia sacramental de las Órdenes Sagradas, en la imagen de Jesús Servidor.

2. ¿Qué hace un diácono?
Los diáconos están llamados a vivir de tres maneras su ministerio de servicio. Este servicio se puede resumir de la siguiente manera:

a) Servicio a la Palabra de Dios: El diácono está llamado a ser un hombre de profunda oración, familiarizándose con la Palabra de Dios y siendo testigo de ella un su ministerio, dentro de su familia y en el lugar de trabajo. Debe amar, predicar y enseñar las Sagradas Escrituras desde el púlpito y a través de su vida diaria. Un diácono está también llamado a enseñar y catequizar a otros católicos, ayudar en la preparación de quienes van a recibir los sacramentos, especialmente los adultos que buscan ser admitidos dentro de la familia de la Iglesia Católica.

b) Servicio a la Eucaristía: Cada diácono es llamado a servir el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo por medio de su participación en la liturgia, su amor y reverencia al Santísimo Sacramento y su deseo de llevar la Eucaristía a los enfermos que no pueden unirse a la comunidad de fe en la celebración dominical.

i. Por virtud de su ordenación, un diácono puede presidir en varios servicios litúrgicos, incluyendo el bautismo de niños, matrimonios, velorios y funerales, Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, y asistir en la celebración Eucarística.

ii. Cada diácono debe de cultivar un profundo amor y gran reverencia por la Eucaristía (el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo). Esa espiritualidad Eucarística es esencial para los ministerios descritos anteriormente.

c) Servicio en favor de la Justicia, la Caridad y la Paz:
Los diáconos sirven como heraldos de Cristo; heraldos de paz, esperanza y amor para los pobres, descapacitados, los necesitados, los olvidados y los que han sido rechazados por la sociedad. A través de su servicio y ministerio viviente promueven actividades de misericordia, justicia, reconciliación y paz. Este es un aspecto importantísimo del servicio diaconal, cada diácono debe tratar de desafiar a sus hermanos en la fe a comprometerse con las necesidades sociales de los pobres (por ej. los material y espiritualmente pobres) y buscar soluciones a las mismas.

3. ¿Por qué necesitamos diáconos en la Iglesia?
La estructura completa de la Iglesia, divinamente constituida, requiere el único e irremplazable ministerio del Obispo, los sacerdotes, los diáconos, los fieles y los religiosos para trabajar juntos en la edificación de la comunidad de fe. Cada estado de la Iglesia contribuye de una manera única a la misión que se le ha encomendado. Por esto, los diáconos son el signo sacramental del ministerio de servicio de Cristo a favor de la Iglesia y del mundo.

4. ¿Cómo llega uno a ser ordenado diácono?
Cada diácono debe ser llamado por Dios a servir como su diácono. Este llamado divino (vocación) al diaconado es identificado y alimentado a través de la oración, el discernimiento, el estudio, y la comunicación abierta con la esposa, los hijos, el párroco, los amigos y los feligreses de la parroquia. Un llamado divino requiere una toma de conciencia de que Dios está pidiendo un compromiso de por vida para servir a su pueblo como un ministro ordenado de la Iglesia.

a)Si un hombre siente ese llamado divino, es necesario que ingrese a un programa de formación que dura varios años, para discernir si ese llamado es auténtico. La formación, en este sentido, es una jornada (proceso) de descubrimiento y conocimiento personal, profundización en la fe y aprendizaje continuo que le ayudará a decidir si el llamado que siente es al diaconado y si desea seguirlo.

b) Formación es más que educación. Educación es la búsqueda académica de conocimiento en un campo particular. La formación diaconal es un proceso que dura toda la vida y por el cual la persona es moldeada en la imagen de Cristo Siervo. Esto envuelve no solamente los estudios académicos, sino también la vida de oración, los valores, el testimonio diario, el conocimiento y entendimiento personal y el ministerio.

c) La formación diaconal tiene tres etapas distintas:

i.Aspirantado. Este período es de 9 meses, durante los cuales el individuo discierne sobre la naturaleza del llamado de Dios y toma la decisión de seguir ese llamado.

ii. Candidatura. Es un período intenso de entrenamiento ministerial, litúrgico y teológico, como preparación para la ordenación al diaconado. Dura aproximadamente cuatro años. Todos los candidatos se matricularán en el programa de Maestría en Teología del Seminario de St. Joseph. Aquellos candidatos que poseen un bachillerato serán candidatos a la Maestría en Teología, aquellos que no, auditarán los mismos cursos. Las clases serán de 7:00 p.m. a 9:30 p.m. en el Seminario de la Inmaculada Concepción ubicado en 7200 Douglaston Parkway, Little Neck, NY 11362.

iii. Formación Diaconal continua. Se extiende a todo el ministerio activo del diácono. A través de retiros, días y noches de oración, cursos académicos y talleres, se le pide a cada diácono que nutra continuamente su espiritualidad y su vida ministerial en comunidad con sus compañeros diáconos y su esposa. Cada diacono deberá registrarse en los programas de formación continua que ofrece el Sacred Heart Institute.

5. ¿Qué áreas de la vida envuelve la formación diaconal?
La formación diaconal busca ser una formación total e integral del individuo. La misma tiene en cuenta el crecimiento de la persona humana en todos sus aspectos. Esta formación promueve el crecimiento en cuatro áreas específicas:

a) Dimensión Humana: Cada hombre que busca responder al llamado de Dios al diaconado debe tratar de alcanzar madurez psicológica, emocional y de relaciones. Clave para este crecimiento es un verdadero conocimiento de sí mismo: reconocer las propias cualidades y debilidades. Ello requiere un verdadero sentido de humildad y un deseo de ser honesto y estar abierto al cambio.

b) Dimensión Espiritual: Cada hombre debe buscar crecimiento en su relación espiritual con el Señor Jesús, manifestada en su oración personal y comunitaria, en la relación con sus amigos y feligreses, en la participación en ejercicios espirituales como retiros, días y tardes de oración, reflexión diaria, uso frecuente del sacramento de la reconciliación y participación en la Eucaristía dominical y diaria. A cada aspirante se le asigna un director espiritual al comienzo del Aspirantado para que lo asista en su crecimiento espiritual.

c) Dimensión Intelectual: Crecimiento en el conocimiento y amor a la fe católica, las Sagradas Escrituras, la Tradición de la Iglesia, la enseñanza del Magisterio, nuestra herencia y cultura católicas, son esenciales en la formación diaconal.

d) Dimensión Pastoral: Ya que el ministerio diaconal es un ministerio de servicio, una vibrante y continua participación en el ministerio pastoral de la parroquia es un elemento primordial en la formación diaconal. Este ministerio será supervisado con la ayuda del párroco y un mentor. Clave para el ministerio pastoral es el deseo de colaboración y obediencia a la autoridad.

6. ¿Qué papel juega la esposa en el discernimiento, la formación y el ministerio diaconal?

Si un hombre casado se siente llamado al diaconado, debe reconocer que su esposa está íntimamente envuelta en el proceso de discernimiento de su vocación, debido al compromiso matrimonial, donde dos llegan a ser uno en Jesucristo. Esta alianza matrimonial es el primer y más importante compromiso que debe ser honrado y alimentado por cada aspirante al diaconado que es casado. Por eso, la esposa debe participar activamente en el programa de aspirantado con su esposo, con la meta de ayudarle a discernir su vocación y el posible efecto que esta tendrá sobre su relación, su matrimonio y familia.

a) La aprobación de la esposa es esencial para que un hombre entre a la formación como aspirante y para su ordenación al diaconado. Esta aprobación se expresa por medio de una carta de aprobación escrita al obispo.

b) Una vez que su esposo es admitido al programa como candidato, a la esposa se le invita a participar con su esposo en la formación académica, pero su participación en clase no es mandataria. Sin embargo, las esposas deben participar en una serie de tardes de oración solo para las esposas, con sus esposos y el retiro anual para parejas.

7. ¿El ser aceptado en el aspirantado garantiza la ordenación diaconal?

De ninguna manera la aceptación al aspirantado sugiere o garantiza que el individuo vaya a ser ordenado diácono. Más bien, la entrada al aspirantado busca guiar y apoyar al individuo en su discernimiento y descubrir si Dios lo está llamando a servir como diácono.

a) Tanto durante el aspirantado como durante la candidatura, cada hombre debe participar en un proceso continuo de evaluación. Este proceso envuelve su propia reflexión, además de la evaluación de los maestros, el párroco y el Director de la Oficina del Diaconado.

 b) La Iglesia, a través del ministerio de quienes están encargados del diaconado, debe ratificar la decisión del individuo de buscar la ordenación a través de un llamado formal a las Órdenes Sagradas. Por eso, la Iglesia es responsable de tomar la decisión final sobre quién será ordenado como diácono de la Iglesia.

8. ¿Cómo la regla del celibato afecta el diaconado?

La regla del celibato, vivida al presente por los sacerdotes del Rito Latino de la Iglesia Católica, requiere que un sacerdote permanezca célibe (soltero) como un testimonio viviente del Reino de Dios. Sin embargo, tanto para los hombres casados y solteros que son llamados al diaconado, la regla del celibato se aplica en forma diferente.

a) Hombres casados pueden ser ordenados como diáconos de la Iglesia. Sin embargo, si la esposa fallece durante o después de haber sido ordenados, están obligados vivir una vida célibe el resto de sus vidas. Por razones graves y extraordinarias un diácono puede solicitar permiso para casarse nuevamente después de la muerte de su esposa. Sin embargo, esta excepción solo puede ser concedida por la Santa Sede.

b) Los hombres solteros que pidan admisión a la formación diaconal deben de permanecer célibes por el resto de sus vidas. No hay excepción para esta regla.